lunes, 23 de febrero de 2009

Caso de Francisco Hernández

Colombia, un país para la creatividad

Mi nombre es Francisco Hernández, tengo 28 años,soy egresado de la tercera promoción del año 1998, del programa Tecnología en Administración Hotelera del Centro de Formación Nacional de Hotelería, Turismo y Alimentos del SENA en la ciudad de Bogotá.


Mientras estaba en mi período de formación abrigaba muchas ilusiones y sueños que esperaba concretar cuando pudiera desempeñarme laboralmente en alguna empresa o entidad del sector hotelero o de algún área afín. A medida que se aproximaba mi graduación comencé a averiguar con amigos, familiares y conocidos la posibilidad de buscar un puesto de trabajo. Acudí a los Centros de Información para el Empleo del SENA y agoté todas las posibles instancias sin obtener nada en concreto. Por fin me gradué, todavía no estaba preocupado, pasaba el tiempo, presentaba hojas de vida, entrevistas y en ninguna parte podía obtener trabajo. En alguna ocasión pude realizar un reemplazo temporal por un amigo que sufrió un accidente de tránsito, pero él era casado y aunque tuve la oportunidad de quedarme con el trabajo no me pareció correcto quitarle su puesto. Este trabajo fue lo único que pude adicionar en mi hoja de vida como experiencia laboral. Pasaron las semanas, meses y años, me volví un lector compulsivo de todos los clasificados que aparecían en el periódico, con cierta frecuencia acudía al Centro de Información para el Empleo del SENA, pero había muchas personas buscando un puesto de trabajo, las ofertas eran pocas y frecuentemente, mal remuneradas.

De un momento a otro ya habían pasado cuatro años desde mi graduación y todavía no conseguía trabajo. Con la lectura del periódico pude informarme sobre las dificultades de la economía y del sector hotelero y sus áreas afines, pero aunque entendía la situación del entorno económico, social, político y demás, nada de esto podía menguar mi desesperación por no poder realizarme profesionalmente, ya que a mis 28 años tenía que depender económicamente de mis abuelos, quienes fueron los que me criaron y quienes deben hacer malabares con la pensión de jubilación para multiplicar sus pocos ingresos. En una de mis visitas al Centro de Información para el Empleo del Sena puede enterarme, a través de una cartelera, de una invitación a un Curso de Creación de Empresas. Sin demora acudí a inscribirme al evento pensando que muchas personas asistirían y no quería perder esta posibilidad, pues aunque nunca la había contemplado, se constituía ahora en única opción frente a mi panorama.

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